Se
denomina "Barroco" al período de transcurre desde el siglo XVII al
XVIII. La especial actitud estilista que caracteriza al arte barroco alcanzó su momento de madures en Italia hacia 1630 y se desarrolló en los cuarenta años
siguientes. A partir de ese momento se difundió por todas las naciones de Europa.
El arte barroco jugó un papel
importante en los conflictos religiosos de este periodo. Frente a la
tendencia protestante a construir los edificios para el culto de una manera
sobria y sin decoración, la iglesia católica usó para sus fines litúrgicos la
grandiosidad y la complejidad barrocas. El papado reaccionó contra la división
que provocó la reforma iniciada por Lutero generando el movimiento que se conoció como la Contrarreforma. La
arquitectura, la escultura y la pintura fueron utilizadas para el prestigio de la autoridad papal e ilustrar las verdades de la fe. En este
sentido se puede afirmar que el barroco es la expresión estética de la Contrarreforma.
La monarquía utilizó la magnificencia de este arte para poder hacer propagandas que los beneficiasen, ya sea en
el arte o en la sociedad.
La
burguesía de la época, que había logrado obtener un papel muy notable, utilizó
el Barroco para expresar sus ideas y trascender más allá de su época.
En
la arquitectura se dan
las superficies onduladas, las plantas elípticas y las trabazones interrumpidas,
acompañadas de una exageración de la monumentalidad. La arquitectura barroca
española influyó activamente en América del Sur y contó entre sus principales figuras
representativas a José de Churriguera (retablo de San Esteban de Salamanca), a
José de Ribera y a arquitectos del s. XVIII como Hipólito Rovira, Casas Novoa y
Leonardo de Figueroa. Entre sus manifestaciones se destacan la basílica de
Guadalupe, la fachada del Sagrario de la catedral, la capilla del Pocito y las
iglesias poblanas, en México, y en el Perú una arquitectura en la que se
entremezclan el empleo de la columna salomónica con el de la hojarasca
decorativa indígena.
En
la escultura cobra
papel decorativo en la composición general, y en las grandes pinturas murales
viene a corroborar el gusto por la teatralidad, que asimismo reflejan los
fondos de los retratos y los grandes altares de las iglesias, con su complicada estructura y dramática vivacidad. Se destacan el
movimiento y el dinamismo; las imágenes muestran pasiones violentas, lentas y exaltadas.
La valorización de aquellos motivos heroicos de la cultura renacentista
injertos en la Contrarreforma y la pintura del Greco y de Caravaggio introdujeron
nuevos contenidos religiosos y morales y contribuyeron a una radical renovación
de la expresión figurativa. El fortalecimiento de la Iglesia católica trajo
consigo una vigorosa reanudación de motivos estrictamente renacentistas, y al
mismo tiempo en la pintura se
abría paso un eclecticismo académico y el creciente interés por la decoración. En este eclecticismo y
naturalismo, de tipo decorativo, tienen su origen las alegorías de los cuadros
devotos (la calavera, el éxtasis celestial, la mirada en rapto doloroso o
apasionado), con su estabilización de la iconografía sacra, y, paralelamente,
el cultivo de una serie de temas de devoción y de ilustraciones de la verdad de
la fe y de los sacramentos, fruto de una gran demanda por parte de la Iglesia. La expresividad de las
figuras representadas y el intenso claroscuro son unas de las características
más importantes de este período en la pintura.
En
resumen, el Barroco se caracteriza por la acumulación de formas y excesos de
superposición de elementos ornamentales y en el cual aparecen columnas
retorcidas y pilastras que no sostienen nada, arquitrabes y muros que se doblan
y retuercen, figuras en los cuadros iluminados de forma antinatural y
esculturas que buscan efectos ilusionistas. Responde a una mentalidad cada vez
más homogénea, que adoptó sin embrago en los diversos países formas diferentes.
Se puede decir que el barroco es un estilo comprensible para todos que se
manifiesta con dos ideas contrapuestas: a) el barroco lujoso y cortesano,
teatral y católico y b) el barroco burgués destinado a representar la vida
real, cotidiana y que abarca al protestantismo
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