domingo, 22 de mayo de 2016

El Estilo Gótico

El estilo gótico se corresponde con la Baja Edad Media, a continuación del románico. Es un período dinámico desde el punto de vista socioeconómico, muy variado, con intensos contactos con Oriente a través de las cruzadas y las rutas comerciales.

Se trata de un estilo artístico europeo con unos límites cronológicos que oscilan aproximadamente entre el año 1140 y las últimas décadas del siglo XVI, dependiendo del área geográfica.
Hoy día se considera uno de los momentos más importantes desde el punto de vista artístico en Europa.

Fue un arte que se aplicó en el campo de la arquitectura civil y religiosa, la escultura, las vidrieras, la pintura mural y sobre tabla, los manuscritos miniados y las diversas artes decorativas.

El término gótico fue empleado por primera vez por los adinerados del renacimiento, en sentido peyorativo, para referirse al arte de la edad media, al que ellos consideraban inferior y bárbaro (gótico deriva de godo) comparado con el arte clásico.

A pesar de ser una continuación del Románico, en el Gótico se aprecian actitudes bastante diferentes e incluso opuestas. Si el Románico es conocido por su oscuridad y recogimiento, el Gótico implica todo lo contrario, luz, color, elevación, expresividad y naturalismo.

EVOLUCIÓN DEL ESTILO

Como es natural, tratándose de un estilo que vive más de tres siglos, la evolución de las formas arquitectónicas góticas es grande, y, según es frecuente, esa evolución se realiza en el sentido de su progresiva complicación y de su creciente riqueza decorativa.

Después de una etapa transitoria representada por el estilo cisterciense, suelen distinguirse tres períodos principales, que corresponden en España aproximadamente a los siglos XIII, XIV y XV.

En cuanto a la estructura, pueden distinguirse en Francia, el país que marcha a la cabeza, las etapas siguientes: Una inicial de iglesias con tribunas de la segunda mitad del siglo XII. Otra correspondiente a los siglos XIII y XIV, de iglesias con triforio, primero sólo con ventanas al interior de la nave, y después con fondo de vidriera al exterior del templo. Y una tercera que comienza a fines del siglo XIV, en la que se suprime el triforio, y el gran ventanal cerrado de la vidriera ocupa toda la altura de la nave mayor hasta la cubierta de las laterales.

Durante el siglo XIII, las columnas adosadas a los pilares conservan toda su personalidad y sus capiteles son independientes.

Es típico el capitel formado por dos cogollos angulares y uno central, y los de hojas diversas, muy separadas entre sí. No se pasa de la bóveda de terceletes y sexpartita, y las tracerías de los ventanales se reducen a un círculo liso sobre dos arcos apuntados o poco más.

La segunda etapa es propiamente transitoria, en la que las formas se van complicando y la decoración enriqueciéndose. Por ser la época en que los círculos se decoran en su interior con arquillos, subrayándose con gran claridad y reiteradamente su distribución radiada, se le ha dado por algunos el nombre de radial a esta etapa.


En el último período, la fusión de las columnas en el pilar es completa, y los capiteles, o son minúsculos, o se unen en una faja corrida; las bazas se disponen a distinta altura. A veces los baquetones no se continúan en los nervios de la bóveda. La traza de la bóveda se puebla de nervios secundarios curvos y de ligamentos. Nacen las bóvedas estrelladas y reticulares, y se hacen grandes alardes técnicos, labrándose algunas extraordinariamente planas. Aparecen los arcos conopial, carpanel y escarzano, y la decoración geométrica flamígera, cuyo origen es, al parecer, inglés, considerándose iniciada en Inglaterra a mediados del siglo XIV, e introducida en Francia durante la guerra de los Cien Años. La decoración vegetal, en particular la de cardina, es abundantísima, poblándose de figuras animadas y llegando a rebasar las molduras que la encuadran. Se introduce el tema de los troncos, la flor del cardo y la granada.

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