domingo, 22 de mayo de 2016

El Renacimiento

El arte Renacentista en Roma deja sus primeras huellas aproximadamente en la segunda mitad del siglo XV. Desde Florencia, teatro indiscutido del Renacimiento y que por eso fue definida "la cuna del Renacimiento", artistas, pintores, arquitectos y escultores se desplazan en Roma, dónde después dejaron unas de sus famosas obras en el mundo. En este período los Papas en Roma llegan a ser verdaderos mecenas y gracias a las financiaciones del clero artistas como Miguel Ángel, Rafael, Antonio de Sangallo, Pietro de Cortona, Bramante y muchos otros empezaron a trabajar, acabando proyectos de gran relieve.

Durante el Renacimiento Roma aparecía como una obra, la ciudad se acuerda por las excavaciones arqueológicas desde la cual se hallaron muchos restos históricos de la antigua Roma, por ejemplo la famosa Domus Aurea de Nerón. La Iglesia ordenó la restauración de iglesias y monumentos gracias a los grandes arquitectos y pintores del tiempo. En particular los edificios y las iglesias de Roma fueron enriquecidos con frescos y decoraciones de rara belleza que todavía hoy se pueden admirar visitando la ciudad.  

Entre los proyectos artísticos más importantes del Renacimiento en Roma hay la reconstrucción y la decoración de la Capilla Sixtina, la capilla palaciega del Vaticano, dedicada a Sixto IV. Lorenzo el Magnífico mandó a Roma a los artistas florentinos más ilustres de la época para realizar este ambicioso proyecto, entre los cuales hay Sandro Botticelli, Domenico Ghirlandaio y Cosme Rosselli. Los trabajos continuaron bajo la dirección de Miguel Ángel y de otros celebres fresquistas de la época. En el interior de los Museos Vaticanos, además de la Capilla Sixtina, es posible admirar muchos testimonios del arte romano Renacentista, entre los cuales las obras maestras de Rafael, otro protagonista del arte del Renacimiento en Roma, realizó las pinturas y los frescos que actualmente están conservados en las Habitaciones y en las Logias de Rafael.


Arquitectura del Renacimiento

Arquitectura del Renacimiento o renacentista es aquella diseñada y construida durante el período artístico del Renacimiento europeo, que abarcó los siglos XV y XVI. Se caracteriza por ser un momento de ruptura en la Historia de la Arquitectura, en especial con respecto al estilo arquitectónico previo: el Gótico; mientras que, por el contrario, busca su inspiración en una interpretación propia del Arte clásico, en particular en su vertiente arquitectónica, que se consideraba modelo perfecto de las Bellas Artes.

Produjo innovaciones en diferentes esferas: tanto en los medios de producción (técnicas de construcción y materiales constructivos) como en el lenguaje arquitectónico, que se plasmaron en una adecuada y completa teorización.

Otra de las notas que caracteriza este movimiento es la nueva actitud de los arquitectos, que pasaron del anonimato del artesano a una nueva concepción de la profesionalidad, marcando en cada obra su estilo personal: se consideraban a sí mismos, y acabaron por conseguir esa consideración social, como artistas interdisciplinares y humanistas, como correspondía a la concepción integral del humanismo renacentista. Conocemos poco de los maestros de obras románicos y de los atrevidos arquitectos de las grandes catedrales góticas; mientras que no sólo las grandes obras renacentistas, sino muchos pequeños edificios o incluso meros proyectos, fueron cuidadosamente documentados desde sus orígenes, y objeto del estudio de tratadistas contemporáneos.


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